Contra nadie

Existe ya una manera
de trascender
a los segundos,
a las horas inacabables,
a las noches
—e incluso
a la aritmética—
sin resultar herido:
sucumbir  al bálsamo
de la corriente que fluye
en favor de tus días.

No es rendición
ni olvido,
es caridad.

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